El Día de Muertos está cada vez más cerca y las familias mexicanas comienzan a colocar los altares para recibir a las almas que regresan al mundo de los vivos. Esta tradición, que combina raíces indígenas y creencias católicas, tiene un profundo sentido espiritual, pues cada día previo al 2 de noviembre está dedicado a diferentes tipos de almas.
De acuerdo con la tradición, las ofrendas se colocan en fechas específicas: el 27 de octubre se dedica a las mascotas, el 28 a quienes murieron de forma trágica, el 29 a las víctimas de ahogamiento y el 30 de octubre está reservado para las almas de los niños que murieron sin ser bautizados y para aquellas que han sido olvidadas o no tienen familia. Se cree que estas almas regresan buscando ser recordadas, y que un altar en su honor les brinda consuelo y compañía.
El 30 de octubre, por tanto, es un día de especial ternura y reflexión. En esta fecha se colocan los llamados altares de angelitos, dedicados a los pequeños que no recibieron el sacramento del bautismo. Según la tradición, estos altares deben incluir comida sin picante, veladoras y flores blancas, símbolos de pureza e inocencia, además de juguetes o dulces que los niños disfrutarían en vida.
Las creencias populares indican que las almas llegan en un orden espiritual que culmina el 2 de noviembre, cuando se honra a todos los difuntos. Cada día es una oportunidad para conectar con la memoria de quienes partieron y agradecer por la vida. Así, el 30 de octubre tiene un sentido especial: recordar a quienes tal vez nadie más recuerda.
Este Día de Muertos, además de los platillos favoritos de tus seres queridos, se recomienda incluir en la ofrenda algún detalle para las almas más jóvenes o solitarias. Con ello, se cumple el verdadero propósito de la festividad: abrir el corazón para recibir con amor a todos los que, desde el más allá, regresan por un instante a compartir la vida.






















