Redacción
Culiacán, Sinaloa.- La pandemia por COVID-19 ha impactado en la forma cómo nos relacionamos y vinculamos con los demás, afectando el ámbito económico y sobre todo el educativo, por ello, para poder enfrentar con éxito la nueva normalidad, es necesario mantener una actitud proactiva, optimista y desarrollar, hasta donde a cada persona le sea posible, capacidades de adaptación, opinó el especialista en psicología, Ulises Armenta López.
El docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), indicó que, tras el confinamiento por coronavirus, las personas se han enfrentado a grandes cambios psicológicos, sociales y económicos, que llevan a experimentar actitudes distintas, sin embargo, mencionó, es importante que desarrollemos actitudes resilientes que nos permitan afrontar de la mejor manera la nueva realidad.
“Hay una condición de adaptación que en el campo de la psicología se le conoce como resiliencia, entonces, ese importante factor nos permite adaptarnos, reordenar, reorganizar y enfrentarnos a esta serie de cuestiones emocionales, sociales y educativas”, dijo.
Comentó que las clases, las cuales se desarrollan actualmente en línea, son un claro ejemplo del cambio enorme que ha traído esta pandemia y que impacta tanto a estudiantes como a profesores, a pesar de ello, es deseable y conveniente ver esta situación como un escenario de oportunidades.
“Considero que en esta nueva normalidad necesitamos replantearnos la perspectiva, es decir, que no lo veamos como un confinamiento como tal, sino como un resguardo y como la oportunidad para actualizarnos en otros sentidos, para restablecer nuestras emociones, nuestros lazos familiares y que todo esto nos permita, cuidando siempre nuestros hábitos, tener una actitud proactiva, más optimista y con la esperanza de que podamos volver pronto a la realidad a la que estábamos acostumbrados”, expresó.
El psicólogo puntualizó que entre los aspectos que se pueden poner en práctica para continuar aprendiendo, creciendo y avanzando con éxito en las clases virtuales, se encuentra la capacidad de empatía, de adaptarnos a los cambios, de organizarse y de mantener el vínculo de acompañamiento.
“Aquí es necesaria la comprensión de ambas partes, tanto de estudiantes como docentes, de esta situación en la que todos nos encontramos, de tal forma que, esto nos permita tener empatía de un lado hacia el otro y viceversa; que nos permita tener un vínculo de calidez humana, brindar acompañamiento no solo en la asesoría y en el desarrollo de contenidos de la clase, sino también promover la toma de conciencia del impacto que está teniendo particularmente a la manera de movernos a la que estábamos acostumbrados en el terreno educativo”, consideró.
Una de las ventajas de la educación a distancia, dijo, es que, en su mayoría, los jóvenes tienen la capacidad y herramientas suficientes para manejar los múltiples recursos tecnológicos que implica el aprendizaje virtual, lo que hace que tomen con mejor actitud esta modalidad de clases.
Por último, Armenta López apuntó que, aunque es complejo llevar este nuevo estilo de vida, no debemos dejar que este inesperado contexto nos arrebate nuestra capacidad de disfrutar lo que nos agrada y cumplir nuestros quehaceres, y que aún en la distancia no dejemos de cultivar las capacidades de apoyo, escucha y acompañamiento.