Culiacán, Sinaloa 10 de marzo de 2021

Columna: Sofismas de ocasión

Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)

Todavía no comienza, y la campaña de Mario Zamora pinta para reeditar el fracaso de hace un par de años. Mario y Rosa Elena se convirtieron en los primeros priistas en ser derrotados en la búsqueda de la senaduría. Mario se coló a su escaño siendo bajo la figura de mejor perdedor, pero la mancha de la derrota no se borra tan fácil.

Uno pensaría que las derrotas enseñan; al menos, esa debería de ser la utilidad de cualquiera derrota: servir de experiencia para crecer y mejorar. Para Mario, no parece que las derrotas estén sirviendo como base de corrección a sus errores; al contrario, parece que quiere magnificar las decisiones que los arrastran a ser perdedor serial. No tiene nada de malo perder, pero es de pésimo gusto seguir perdiendo por el placer de hacerlo.

Mario Zamora no es un mal candidato. Tiene potencialidad; sin embargo, el culpable de las malas decisiones es él y nada más que él. La alianza “Va por México” está secuestrada. Lo que parecía ser una opción a la aplanadora demencial morenista se convirtió en refugio de intereses y lucha por retener las pocas migajas que no alcanzan para alimentar la gula de los comensales voraces compulsivos que integran la alianza.

Mario no está solo en la comedia de lo absurdo. Lo acompañan los tres dirigentes de los partidos políticos que forman la alianza, o lo que es lo mismo: los tres chiflados.  Si bien, Mario es el culpable de los errores en su candidatura, los tres chiflados (Jesús Valdés. Juan Carlos Estrada y Francisco Juárez.. o quien sea que tome las decisiones en el PRD) son responsables de los pastelazos, piquete de ojo y humor barato que ocurre en el resto de los espacios políticos. La alianza pretendía ser una voz de contrapeso ciudadano para evitar la destrucción sistemática del país. No fue así. La alianza, y los tres chiflados, convirtieron sus partidos en refugios para los impresentables políticos que, en el pasado, motivaron el repudio social en contra de los partidos políticos. Los tres chiflados no están para ser actores preponderantes que la sociedad demanda, lo de ellos es ser actores de comedia barata, la risa fácil y la tontería desmedida

El divorcio entre la alianza “Va por México” y la sociedad es catastrófico. La alianza ofreció algunas candidaturas, muy a regañadientes, a ciertos grupos empresariales y a un par de ciudadanos. El resto de las candidaturas son para la Legión de los Mismos. Esos que no suman nada, pero todo quieren. Los tres chiflados son administradores de la comedia. No tienen talento para más. Se dicen demócratas, pero desprecian cualquier personaje que no sea parte del reparto de sus payasos. Mario se carcajea con sus chiflados. Para el son parte de la decoración y tiene que vivir con ellos. Tal vez, tampoco tiene la capacidad para confrontarlos. Seguramente piensa que los piquetes de ojo de los chiflados es parte del paquete.

La campaña de Mario, por lo pronto, acepta la rutina de los chiflados. Las risas que hoy cusan los chiflados terminarán costando a Mario lagrimas si todo sigue igual Mario tiene unos pocos días para corregir, pero nadie sabe si en verdad quiere o puede hacerlo. La campaña de Mario tiene de todo: publicistas, politólogos, políticos defenestrados, expertos en redes, expertos en todos… vaya, hasta chiflados a su disposición.  Por desgracia, el único elemento que puede garantizarle el éxito es ignorando y alejado de la campaña de Mario: Los ciudadanos.

Después de todo, ¿qué ciudadano quisiera acercarse a esa pléyade de chiflados, políticos y expertos que secuestran la democracia? Los ciudadanos están más indefensos que nunca y a Mario se le va la última oportunidad de no ser igual a sus Chiflados y a la perversa Legón de los Mismos. Es su última oportunidad para no ser un perdedor serial.

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