Bernardo Hurtado

Culiacán, Sinaloa.- La mañana, ya sea por la temporada u otra circunstancia, fue fría. Eran apenas las 8 de la mañana cuando los pasos en el panteón se escuchaban, los trabajadores se enfocaban en recorrer las tumbas y pasillos para limpiarlos.

Fuera de un mal augurio, el recorrido entre tumbas resulta sereno para quienes recorren, y las emociones diversas para cada persona, haciendo sus visitas a quienes inocentes partieron.

Pasada la hora, la venta de flores yace en la entrada del todo iniciada, y las familias acompañadas de ramos florales y utensilios de limpieza se acomodan en su sitio para librar de polvo, veladoras, hojas y flores marchitas a sus familiares más pequeños, e incluso a los más grandes.

Los trabajadores laboran serviciales, contando sus historias con el acompañamiento del viento, ladridos, pláticas ajenas y el cantar de las aves.

Cerca del término de una hora más, ya han llegado más familiares, compartiendo relatos y conversando. Aún cuando hay silencio, se escuchan risas, corajes y buenos deseos. Y con la intensidad del sol, a pesar del frío viento el calor abraza.

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