Bernardo Hurtado

Culiacán, Sinaloa.- Es conocimiento popular que el frío de la mañana te hace no querer salir de la cama, pero también es verdad que ni el más frío viento puede frenar a un fanático futbolero.

Cuando una persona pensaría que la brisa matutina haría reconsiderar la asistencia al evento, desde las 8 de la mañana se ven personas expectantes en Palacio de Gobierno, donde las mesas se juntaban, las cocineras se instalaban, y las tareas navideñas continuaban.

Nacimiento, pino navideño.

Poco a poco las personas iniciaban a llegar, en el centro del Palacio, esperando para comenzar, las construcciones pausadas y otras apresuradas.

A pesar del frío, no había sangre fría.

Estadio 974, Polonia contra México. Incluso a la distancia, los rostros, los cuerpos uniformados, contando a los que van apoyando, y el ritmo del himno nacional, la sangre hervía.

Siendo las nueve en punto, los funcionarios iban bajando con Rocha Moya de cámaras y micrófonos acompañado, hasta llegar a su asiento donde junto a los demás, fue testigo de los recorridos por aquella lejana cancha verde.

“Muy bien, muy bien, vengo a echarles porras, todavía que no han empezado”.

Al igual que los demás, la cercanía del balón causaba tanto euforia como preocupación, y hasta el final del día, cuáles fueran los resultados, todos sabían, marcarían los sentimientos tempranos de aquel partido vivido en Palacio de Gobierno.

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