+ El pescado frito y los mariscos, hicieron que Crescencio se quedara en Sinaloa, donde luchó contra todo para estudiar la carrera de derecho
Bernardo Hurtado
Culiacán, Sinaloa.- Esta historia se remonta muchos años atrás, un momento donde el pasado vio partir un tren que llevaba a un joven normal, un joven que no sabía lo que le esperaría al momento de salir de la estación y toparse con la vida Sinaloense.
La Vida de Crescencio Ramírez.
“Yo llegué a Sinaloa hace 25 años, pero la historia es muy larga, pero en resumen, yo ya había a los 13 años de vida o sea, 13 años míos se puede decir, viajé la primera vez en 1983 en el famoso tren del Burrito, en donde pasé por acá de México hasta Palmas Sonora para cruzar el barco hasta Guaymas a Santa Rosalía y aquí me tocó ver otra vida distinta, pero porque la ruta mía era para trabajo de jornalero agrícola, me engancharon para ir a trabajar como jornalero agrícola ahí en el Valle San quintín”.
Al ir recorriendo la ruta se encontró con un enamoramiento inesperado: el clima y la comida, una de las destacadas el marisco (entre ellas el pescado frito) lo que lo conquistó, ya que en Oaxaca, estado donde nació, era muy costoso consumirlo más allá del charal.
“Entonces dije yo: cuando tenga oportunidad de venir a vivir a Sinaloa, o sea otra ruta, dije voy a venir a vivir, y así pasó la historia”.
Un día, tras estar viviendo en la Ciudad de México se encontró con amigos de Oaxaca en una central, y lo animaron a estudiar Derecho en Sinaloa, diciéndose así mismo “de aquí soy”, sin saber lo que encontraría en aquellos tiempos.
Una vez en la casa del estudiante, se percató que compañeros de Oaxaca, Chiapas y Veracruz estaban ocultando y negando sus raíces, esto debido al racismo.
“Y yo les preguntaba por qué, y me decían que había mucho racismo, discriminación a los oaxaqueños, les decían ‘oaxacos’ o ‘oaxaquitas’, entonces yo me sentía así como diciendo: ¿será cierto? ¡Y sí es cierto! Después cuando ya empecé a relacionarme con la gente, más en la Universidad Autónoma de Sinaloa, ¡y sí!, había un trato muy racismo, muy discriminatorio”.
Crescencio compartió que aunque digan ‘el oaxaquita’ o ‘el oaxaco’, ya se es un término muy racista, que cala y que duele.
“Te quiero decir que hasta la Universidad Autónoma de Sinaloa en aquellos tiempos, estoy hablando de 1997, no nos permitían a nosotros los oaxaqueños o chapanecos entráramos a la universidad, había maestros en la facultad de derecho que eran muy racistas, que te decían que qué andábamos haciendo en Sinaloa cuando había escuelas en México, en Guadalajara, en Oaxaca, qué andábamos haciendo, a quién veníamos a buscar en Sinaloa decían”.
Fue en esos momentos, cuando en el trabajo les rechazaban, y no les permitían hablar su lengua materna (incluso en la actualidad), que Crescencio se dedicó a defender a sus hermanos indígenas para que no hubiera ese trato discriminatorio, ni para ellos, ni para quienes fueran a llegar.
“Siempre he dicho a los jóvenes cuando yo doy charlas o conferencias, sí siempre les doy un poquito parte de mi vida, mi vivencia, mi vivir en el tiempo pasado, y les digo que cuando tú tienes un sueño que lograr lo haces, o sea lo logras, pero persigues el sueño, no nomas de soñar y de dejar el sueño, sino seguir el sueño que tú quieres lograr”.
Su sueño siempre fue ser abogado, pero no de aquellos que en sus palabras quieren ser millonarios, hacerse ricos y tener autos del año, para él, el ser portavoz y defender a sus hermanos indígenas ya es ser millonario, una gran ganancia que le ha cambiado mucho la vida y la de los demás, aunque no su estilo de vida, ya que continúa caminando y comiendo las mismas cosas, quizá incluso, aquel pescado frito que alguna vez probó por primera ocasión.
“Entonces para mí, pues haz de cuenta que pues sí ha cambiado mi vida personal de lo que he trascendido, pero también he ayudado a mucha gente a trascender y soñar en su vida ¿no? O sea sí es bonito, es la satisfacción que más me llevo ¿no?”.
Está es la historia de Crescencio, el chico que creció, soñó, y no se limitó a soñar, sino que actuó y continúa actuando por un lugar mejor para lo que todos sus hermanos merecen.