Bernardo Hurtado
El bullicio automovilístico es tema de estrés en los días que corren, estando presente en todas las rutas. Este cúmulo gigantesco es muestra del empeño y responsabilidad que la comunidad de Culiacán acata.
Julio Cesar es parte de esas personas, ya que aún si tiene una discapacidad motriz, se levanta todos los días a las 4 a.m. para vender el dulce y agridulce sabor de las golosinas en las afueras de Ciudad Universitaria, disfrutando el comercio e interacción.
“Pues que tiene palabra con la gente, conoces a las personas, te conocen, es buen ambiente”.
Sin haber algo negativo en la profesión, considera las posibilidades laborales teniendo una discapacidad son limitadas, por lo que se dedicará a la venta de dulces hasta que Dios se lo permita.
“Pues sí, pues si hubiera una oportunidad más grande ¿pues cómo no, verdad? Pero pues, ya discapacitado uno ya no hay puertas que se le abran muchas veces a uno”.
Trabajando de lunes a viernes, haciendo equipo con su familia para subsistir, Julio Cesar sale adelante como puede, compartiendo todo se puede echándole ganas a la vida, siendo perspectiva de cada persona, con o sin discapacidad, la manera en la que quiera vivir.