Bernardo Hurtado

Culiacán, Sinaloa.- Eran los años 80 cuando el padre de José Octavio, Miguel Ramos Samaría, disfrutaba su negocio de mercería en el Mercadito de Culiacán. Era un negocio viable, pero con la aparición de las grandes tiendas todo cambió.

Pasado el tiempo desde 1967, José Octavio Ramos Araujo, teniendo la batuta del negocio, observó los tiempos difíciles, pues no solo el giro comercial cambió, también la venta.

“Pues ahorita me las estoy viendo durita porque están las ventas muy bajas, tengo muchos gastos, hay que solventarlos. Si no hay venta, pues a los proveedores pues que se esperen es lo que les digo, porque no hay de otra, ¿Cómo les voy a pagar?”.

Hoy en día, sin embargo, declaró el comercio es su pasión, pudiendo subsistir en compañía de su esposa y pagando a los proveedores al día cuando se tiene dinero tras la venta de ollas de peltre y acero inoxidable, así como loza de plástico y aluminio.

“Que es mi pasión, soy comerciante de nacimiento, lo traigo en la sangre, como mi padre era comerciante, me gusta, es esclavizado aquí no creas, pero es bonito porque aquí sale para todo”.

Tras el hoy, José Octavio sabe que son 10 años si Dios quiere los que le quedan laborando en el local, pues con sus 52 años, está listo para el proceso de jubilación, cerrando las puertas al querer que sus hijos se dediquen a sus carreras, terminando su historia, después.

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