El presidente de la Alianza para el Desarrollo y Competitividad de las Empresas (ADECEM), Julio César Silvas Inzunza, advirtió que el cierre del tercer trimestre del año será particularmente complejo para el sector empresarial en Sinaloa, debido a los efectos acumulados de la pandemia, la inseguridad y la falta de respuesta institucional.
Silvas Inzunza señaló que sectores como el automotriz han perdido hasta la mitad de su mercado, mientras que el inmobiliario enfrenta una fuerte caída en sus posibilidades de crecimiento. “La economía de Sinaloa, por supuesto que se afectó. Estamos batallando mucho, pero el empresariado sinaloense tiene una capacidad de resistencia enorme”, expresó.
El líder empresarial subrayó que, pese a las dificultades, el compromiso del sector es seguir adelante. “Ninguno de los que estamos aquí creó un negocio para cerrarlo. Estamos pensando en cómo salir adelante, cómo avanzar”, afirmó.
Silvas Inzunza también hizo un llamado a los gobiernos municipales para que actúen como facilitadores y no como obstaculizadores del desarrollo económico. “Necesitamos consideración en multas y recargos. No se trata de matar a la gallina de los huevos de oro, sino de darle viabilidad a las empresas para que no cierren”, enfatizó.
En particular, pidió atención a la situación en Guamúchil, donde denunció que empresas establecidas enfrentan presiones fiscales excesivas. “Las empresas que han llegado a Guamúchil lo han hecho porque creen en el desarrollo. La actitud de la autoridad debe ser de apoyo, no de castigo”, advirtió.
El presidente de ADECEM también cuestionó la falta de presencia de las secretarías estatales en el acompañamiento al sector productivo. “¿Por qué tiene que mandar el gobernador a los secretarios a hacer su trabajo? La agenda de los funcionarios debería estar en las empresas, preguntando en qué pueden ayudar”, señaló.
Finalmente, Silvas recordó que la pandemia generó una pérdida de valor equivalente a una década, y que muchos empresarios asumieron compromisos patrimoniales para mantener el empleo formal. “Puede que se aguante tres o cinco años, pero no una década. Por eso, este cierre de año no será como otros. Pero tampoco es momento de sentarnos a llorar. Tenemos que ver cómo vamos a salir adelante, y en eso estamos todos”, concluyó.
