CIUDAD DE MÉXICO. Al finalizar el último Monday Night de la temporada la NFL mediante su cuenta de Twitter publicó: See you in Canton, Ben (Nos vemos en Canton, Ben), como un guiño de lo que sucederá en cinco años cuando Ben Roethlisberger sea elegible al Salón de la Fama.
Roethlisberger se despidió de la afición de Pittsburgh luego de 18 temporadas bajo el uniforme negro y dorado.
La carrera del Big Ben no terminará en Canton porque sí. El quarterback tomado en la primera ronda del Draft de 2004 se despide de la NFL con la fama de ser un maestro para extender jugadas y con el orgullo de liderar a los Acereros a temporadas ganadoras siempre que él se alineó detrás del centro.
Roethlisberger ganó 10 juegos de playoffs en los primeros siete años dentro de la liga. Levantó dos veces el trofeo Vince Lombardi en el escenario más grande de la NFL y perdió un Super Bowl contra los Empacadores de Aaron Rodgers.
Nada mal para un hombre que jugó su etapa colegial en un programa pequeño (Miami, Ohio) y que fue titular en su temporada de novato debido a la lesión del hoy olvidado Tommy Maddox.
En su primer partido con los Acereros, Ben lanzó tres pases de anotación en el último cuarto aunque uno de ellos fue una intercepción que Chris McAlister regresó a touchdown en la victoria de los Cuervos 30-13.
Fuerte de carácter como de físico, Doble Cheeseburger como se le conoció Roethlisberger al principio de su carrera por el sonido de su apellido, no volvió a perder un partido hasta la final de la AFC contra los Patriotas, eventuales campeones del Super Bowl.
La derrota en Heinz Field no rompió tantos corazones como se podría pensar. Si bien el viaje al Lombardi terminó un partido antes, finalmente los Acereros tenían un quarterback estrella.
Durante la preparatoria, Ben fue capitán de sus equipos de beisbol, basquetbol y futbol americano. Su cualidad para adaptarse a casi todas las circunstancias continuó en el football profesional. Roethlisberger pasó de ser un quarterback que administraba el juego a un pistolero.
Palabras más y palabras menos, Big Ben confirmó antes del encuentro de la Semana 17 contra Cleveland, que sería su última noche bajo las luces de Heinz Field. Un juego en el que volvió a salir victorioso pero con un promedio de yardas por pase de 2.67.
Tal vez la historia de los Acereros no sería igual de exitosa, si en el Draft de 2004 el equipo hubiera tomado al tackle de Arkansas, Shawn Andrews como estaba establecido en la libreta de simulaciones con la que llegaron ese día a Nueva York. Una llamada del dueño Dan Rooney, hizo que el destino se moviera en dirección a Big Ben. Andrews no habría sido la peor elección del mundo. Comenzó 57 juegos e hizo dos Pro Bowls.
Sin embargo, Roethlisberger le dio a Pittsburgh una nueva identidad. Por primera vez desde los días de Terry Bradshaw, los Acereros podían ganar consistentemente por aire en lugar de por tierra.
Los Acereros cierran temporada en Baltimore esperando un milagro para entrar a Playoffs. El legado de Roethlisberger camina al Salón de la Fama.