La sala estaba llena de camisetas azul y rojo, gorras desgastadas por los años de fidelidad y vasos plásticos con cerveza. El 26 de abril de 2018, el equipo de Bills de Buffalo, acostumbrado a ser el hazmerreír de las noches de draft, estaba a punto de dar un giro inesperado. La séptima selección global aparecía en la pantalla, y con ella, un nombre que hizo que la euforia se transformara en desconcierto: Josh Allen.
En un rincón de la sala, un aficionado golpeó el aire con su gorra mientras otro dejó caer un pedazo de pizza, como si la organización acabara de cometer un error catastrófico. El video de aquel momento se hizo viral. “¿Josh quién?”, gritó alguien, mientras las caras de incredulidad se multiplicaban. “¡¿De Wyoming?!”. La multitud, que había esperado un nombre más reluciente, como Josh Rosen o Sam Darnold, estaba en shock.
Lo que nadie sabía entonces es que aquel quarterback desconocido, con una historia forjada entre la soledad de una granja californiana y los inviernos ásperos de Laramie, Wyoming, no sólo cambiaría el destino de Bills, sino también el curso de una generación de quarterbacks.
El draft de 2018 ya se considera uno de los más prolíficos para la posición de quarterback, comparable con las legendarias generaciones de 1983 y 2004. La actual postemporada contiene a cuatro pasadores tomados en primera ronda de esa selección colegial, un hito en la National Footaball League (NFL).
n 1983, nombres como John Elway, Dan Marino y Jim Kelly redefinieron cómo debía jugarse la posición. En 2004, Eli Manning, Ben Roethlisberger y Philip Rivers dominaron una era. Pero 2018, con su mezcla de potencia, agilidad y versatilidad, ha puesto su propia firma en la historia de la NFL.
Esta es la primera vez que cuatro quarterbacks de una misma clase de draft coinciden en la misma postemporada, estableciendo un nuevo récord en la NFL.
Anteriormente, la clase de 1983 había sido la más destacada en este aspecto, con hasta tres quarterbacks de primera ronda participando en la misma postemporada en varias ocasiones. Por ejemplo, en la campaña de 1985, Dan Marino (Dolphins), Tony Eason (Patriots) y Ken O’Brien ( Jets) llevaron a sus equipos a los playoffs. Sin embargo, nunca se había registrado la coincidencia de cuatro quarterbacks de una misma clase tomadas en primera ronda en una edición de playoffs, lo que hace que la actual sea particularmente notable.
En 2008 la clase 2004 con Eli Manning, Philip Rivers y Ben Roethlisberger empataron a la generación del 83.
Josh Allen no tardó en demostrar que Buffalo había acertado. Con un brazo que parece capaz de lanzar un rayo y piernas que lo convierten en una amenaza terrestre, Allen llevó a los Bills a alturas nunca vistas. En 2024, es el favorito para el MVP, gracias a una temporada en la que acumuló más de 2,700 yardas aéreas, 21 touchdowns por pase, 563 yardas por tierra y un touchdown por recepción. En postemporada, sus 328.6 yardas combinadas por juego son las más altas en la historia de la NFL.
Pero Allen no está solo. Lamar Jackson, de Ravens de Baltimore, es un espectáculo propio. En 2024, lanzó 41 pases de touchdown con sólo cuatro intercepciones, algo jamás visto. Con su capacidad de anotar tanto con el brazo como con las piernas, Jackson parece más un personaje de videojuego que un quarterback de carne y hueso. En playoffs, su habilidad para desbordar defensas y sus carreras de más de 50 yardas lo convierten en una pesadilla táctica.
Sam Darnold, quien muchos consideraron un fracaso tras su paso por los Jets, ha resurgido como el ave fénix en Vikingos de Minnesota. En su primer año con Vikings, lideró al equipo a 14 victorias en temporada regular, convirtiéndose en el primer quarterback en lograr tal hazaña para un pasador en su primera campaña con una nueva organización.
Mientras tanto, Baker Mayfield, con su irreverencia característica, ha encontrado un hogar en Bucaneros de Tampa Bay. En 2024, alcanzó máximos de su carrera en yardas aéreas (4,500) y touchdowns (41), demostrando que puede ser el líder que Buccaneers necesita tras la era de Tom Brady.
COMPARACIÓN DE GENERACIONES, FASCINANTE
Comparar la clase de 2018 con las generaciones de 1983 y 2004 es un ejercicio fascinante. La generación de Elway, Marino y Kelly revolucionó el juego con brazos potentes y precisión quirúrgica. La de Manning, Roethlisberger y Rivers aportó consistencia y múltiples campeonatos. Pero lo que hace única a la clase de 2018 es su versatilidad.
Estos quarterbacks no sólo son lanzadores excepcionales; son corredores, creadores y sobrevivientes. En una liga que evoluciona constantemente, ellos representan la versión más moderna y completa de la posición. Tan sólo en esta campaña Allen, Jackson, Darnold y Mayfield se combinaron para 49 victorias y sólo 19 descalabros.