La falta de maestros en el mundo se ha convertido en uno de los mayores desafíos educativos de la actualidad. De acuerdo con la UNESCO, el déficit de docentes en los niveles que van desde el jardín de infantes hasta la secundaria representa una preocupación internacional no solo en cantidad, sino también en permanencia, calidad y gestión del talento. En un momento donde la inteligencia artificial irrumpe en las aulas, la pregunta central es si la tecnología puede reemplazar la empatía y la capacidad humana de enseñar a mirar el mundo con curiosidad.
Durante la reciente cumbre del Grupo de Trabajo Internacional sobre Docentes para la Educación 2030, celebrada en Chile con representantes de más de 50 países, se advirtió que el planeta enfrenta un faltante estimado de 44 millones de maestros para los próximos cinco años. El informe indica que, aunque las tasas de natalidad bajan, la alfabetización aumenta, lo que genera una mayor demanda de educación primaria y secundaria. Sin embargo, la cantidad de educadores calificados no crece al mismo ritmo.
Entre las principales causas de esta crisis se encuentran la baja remuneración y el deterioro del bienestar de los docentes. La sobrecarga laboral, la escasa formación tecnológica y la falta de reconocimiento profesional han llevado a que muchos maestros jóvenes abandonen la profesión en sus primeros años. “Estamos pidiendo lo imposible a los maestros: construir el futuro sin las herramientas, la confianza y las condiciones que necesitan”, advirtió Amina Mohammed, subsecretaria general de la ONU, durante la cumbre.
El informe también señala que revertir esta tendencia requerirá una inversión multimillonaria. Asia Meridional y África Subsahariana necesitarán entre 25 y 35 mil millones de dólares para formar nuevos docentes hacia 2030, mientras que Europa y América del Norte deberán invertir al menos 5.4 millones para enfrentar la disminución de personal en las aulas. Sin estos recursos, el acceso equitativo a la educación corre el riesgo de verse gravemente afectado.
Ante este panorama, algunos países ya han comenzado a implementar estrategias de retención. En Corea, por ejemplo, se ofrecen salarios más altos y menos horas de trabajo a los maestros que laboran en zonas rurales. En Perú y Gambia se aplican incentivos económicos para quienes enseñan en comunidades vulnerables. También se discuten beneficios fiscales y planes de retiro anticipado como parte de un esfuerzo por atraer y conservar al personal docente.
La UNESCO advierte que la rotación global de maestros ronda el 9%, con países donde la cifra llega a los dos dígitos. Además, las mujeres educadoras enfrentan mayores niveles de estrés debido a la carga de trabajo y las responsabilidades domésticas, lo que agrava la crisis del bienestar docente. Sin una acción coordinada y sostenida, la falta de maestros podría convertirse en una de las principales amenazas para el derecho a la educación en las próximas décadas.
