Un debut para el olvido. Guillermo Ochoa, histórico guardameta de la Selección Mexicana, vivió una de las noches más difíciles de su carrera en su estreno con el AEL Limassol.
Su equipo fue vapuleado con un 5-0 frente al Omonia, en un duelo que rápidamente se convirtió en un suplicio para el veterano arquero. La prensa chipriota no tuvo compasión: el diario Match Cyprus sentenció con un título lapidario: “Un incendio contra el AEL”, asegurando que la defensa se desplomó ante la pólvora rival.
El dato es demoledor: el AEL recibió en este encuentro más goles que en los tres partidos anteriores de la campaña, en los que apenas había acumulado 4 puntos y marchaba en la novena posición.
El técnico Paolo Tramezani, consciente de la tormenta, asumió toda la responsabilidad con declaraciones que reflejan la presión que lo rodea: “La responsabilidad es puramente mía, los jugadores hicieron lo que pedí”.
Una frase que más que apaciguar incendió las dudas sobre su capacidad para revertir la crisis.
El futuro de Tramezani pende de un hilo, y lo mismo ocurre con Ochoa, quien buscaba en Chipre una oportunidad de continuidad y confianza, pero ha quedado señalado en un debut que la afición difícilmente olvidará.
Este partido no solo fue una derrota más: fue un golpe que destapa carencias estructurales en el AEL y deja abierta la incógnita de si Memo podrá darle vuelta a la página o si será recordado por un arranque de pesadilla.






















