Bernardo Hurtado

Culiacán, Sinaloa.- En el Mercadito de la ciudad de Culiacán, es posible encontrar negocios de diversos giros, olor a carne asada, y el bullicio de la gente que vende sus productos, o bien, acude a comprarlos.

Estos, de acuerdo a Claudia Loera, son productos que no en cualquier lugar se pueden encontrar, así como su puesto de venta de productos botánicos, el cual inició con su padre Don José hace más de 50 años.

“Es lo que se vende de temporada, cuando es la temporada de mango se vende mango, cuando es la temporada se vende la calabaza, se vende lo que es la semilla, árboles frutales, todo lo que es referente a lo que es de fruta, verdura para sembrar, semilla, todo lo que es de eso”.

Si bien declaró de no gustarle la venta de productos de la naturaleza, no la llevaría a cabo, este no es el caso, pues su padre, desde pequeños sus hermanos y ella, fueron inculcados con el gusto por la vida natural, habiendo dejado un negocio para atender el legado familiar, en el cual hace más de 10 años, además de productos para decorar, tienen también poseedores en beneficio medicinal.

“Pues yo pienso que todo negocio tiene sus dificultades y tiene su razón de llevar una rienda ¿no? Y pues sí porque tienes que saber qué plantas son las que tienes que comprar, tienes que saber cuál te va a llevar a la venta, tienes que saber cómo manejar los precios, tienes que saber cómo manejar al cliente, entonces sí es un poco… No tan difícil pero sí es un poco difícil”.

A pesar de las dificultades, siendo en ocasiones “un poquito recortado” a causa de la poca venta, Claudia disfruta de conocer a las personas y convivir con ellas, teniendo la posibilidad de hacer amistades que es lo que más le gusta de pasar sus días en la zona verde en el Mercadito de Culiacán.

“Tenemos maracuya, tenemos albahaca, ruda, romero, flor del desierto, tenemos árboles frutales que son naranjita, la mandarina, naranja valencia, naranja mineola, toronja, manzano, tenemos durazno”.

La zona verde en el Mercadito se mantiene “por lo pronto” con la venta hasta que Dios quiera, con plantas y cosechas de diversos tipos, así como chiles y demás, y si bien Claudia Loera menciona la planta de chile chispitín se batalla para que se germine, en su caso es posible, teniendo a la venta todas menos una que obsequió a alguien con quien su historia compartió.

Claudia Loera constantemente recibe preguntas de personas referente al paradero de su padre, que si dónde está y que si aun vive, y si bien responde ella es la única que se mantiene en el negocio familiar, ella continúa visitando a su padre para ver las cosechas germinadas de las ventas del lugar, poniéndolo al tanto de productos de los cuales él a trabajar no se pudo enterar.

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