Mazatlán, Sin.- Con motivo del reciente fallecimiento del artista Antonio López Sáenz, este martes 15 de agosto, se reunieron diversas personalidades de la política y la cultura esta mañana en la funeraria para darle el último adiós a quien pintó a Mazatlán de forma idílica.

Estuvieron presentes el gobernador Rubén Rocha Moya, Juan Salvador Avilés Ochoa, director del Instituto Sinaloense de Cultura, junto con Raúl Rico, director del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán y autoridades del municipio, como el alcalde de Mazatlán, Édgar González Zatarain.

El gobernador se refirió al pintor como un artista universal.

“Es un hombre internacional, universal, y yo lo admiro mucho”, dijo, y a pesar de que el pintor merece muchos homenajes, comentó que el mismo Antonio López Sáenz nunca quiso reconocimientos y distinciones.

El director del ISIC, se refirió a López Sáenz como un artista mexicano que expresó la belleza de Sinaloa que cautivó al mundo.

“Sus colores, paisajes y personajes cálidos y entrañables, nos harán menos triste su ausencia”, señaló Avilés Ochoa.

Raúl Rico, a manera de anécdota, platicó cuando el artista le propuso realizar una estatua para conmemorar la llegada del milenio, en el año 2000.

“Vamos a hacer una visión futurista del sinaloense”, le dijo, y cuando llegó con el boceto, se trataba de una familia sinaloense con sombreros, como a él le gustaba pintar, a lo que dijo: “así nos agarró el milenio y así vamos a ser en el futuro”, recordó.

La partida del cortejo será a las 15:00 horas hacia la Catedral de Mazatlán, donde se ofrecerá una misa de cuerpo presente en punto de las 15:30 horas y después continuará rumbo a la cremación, en el Panteón Renacimiento.

Antonio López Sáenz Antonio López Sáenz nace en 1936 en el puerto de Mazatlán; pintor y escultor que ha plasmado el sabor de nuestra tierra en lienzos, barro y bronce. Su tierra es la mayor fuente de inspiración y está plasmada en cada pincelada de su obra.

En manos de López Saénz las tinturas cobran forma de mujeres, hombres, barcos, mar y están llenas de vida, música de banda, béisbol y carnaval. Los cuadros de López Sáenz son postales, llenas de memoria y añoranza; el mismo ha referido que pinta con lo que ha visto desde niño: los paisajes, los estampados de los vestidos de su mamá y sus tías que se reunían por las tardes a platicar sentadas en poltronas.

Los personajes en su obra no tienen rostro, así lo ha decidido López Saenz: dejar en el anonimato a quienes viven dentro de los lienzos, conociendo él solamente a los actores verdaderos de cada obra.

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