Beber café potencia la concentración y el rendimiento mental, pero los expertos destacan que el momento del día en que se consume resulta clave para aprovechar sus beneficios sin afectar la salud. Aunque durante años el debate giró en torno a la cantidad adecuada, hoy la evidencia científica también apunta al horario como un factor decisivo. En el marco del Día Internacional del Café, diversos estudios resaltan que esta bebida, lejos de ser dañina, aporta múltiples ventajas al cerebro, al corazón y al metabolismo.
El neurocientífico Andrew Huberman, de la Universidad de Stanford, explica que la cafeína estimula el sistema nervioso, incrementa la motivación y reduce la fatiga al bloquear receptores de adenosina. Según sus investigaciones, la dosis efectiva varía entre 100 y 400 miligramos diarios, dependiendo de la tolerancia individual. Además, la cafeína refuerza los circuitos de dopamina, lo que mejora la concentración y el interés, aunque un consumo excesivo puede provocar ansiedad o nerviosismo.
El horario de ingesta es fundamental. Estudios de los Institutos Nacionales de Salud y de la Sociedad Europea de Cardiología indican que beber café en la mañana, entre las 4 y las 12 horas, se asocia con un 16% menos de mortalidad y un 31% menos de riesgo cardiovascular. Tomarlo después del mediodía altera los ritmos circadianos y la calidad del sueño, incluso en personas que logran dormir. Por ello, Huberman sugiere esperar dos horas después de despertar para aprovechar el ciclo natural de cortisol y evitarlo por la tarde.
Además de su efecto estimulante, el café ofrece beneficios metabólicos y cardiovasculares. Investigaciones como las del Biobanco del Reino Unido señalan que el consumo regular de café, té y agua reduce el riesgo de muerte por enfermedades como cáncer y diabetes tipo 2. El médico Tim Spector sostiene que los polifenoles y antioxidantes presentes en la bebida protegen contra el daño celular y favorecen la longevidad, siempre que se consuma con moderación.
El café también contribuye a la salud intestinal. Cada taza aporta fibra soluble y polifenoles que nutren bacterias protectoras y mejoran la diversidad del microbioma. Este efecto se asocia con una mejor digestión y menor riesgo de enfermedades metabólicas. Sin embargo, la forma de preparación influye: añadir leche puede disminuir la presencia de polifenoles activos, mientras que el café solo preserva mejor sus compuestos.
Pese a sus ventajas, los especialistas advierten sobre los riesgos del consumo excesivo. Beber más de cuatro tazas al día puede causar ansiedad, acidez, aumento de colesterol o problemas de sueño, especialmente en personas sensibles. Por ello, se recomienda ajustar la ingesta a la tolerancia personal y evitar la cafeína después del almuerzo. El café descafeinado, que conserva antioxidantes y polifenoles, es una opción válida para quienes no desean los efectos de la cafeína.
En conclusión, el café puede formar parte de una dieta saludable siempre que se controle la cantidad, se elija el método de preparación adecuado y se respete el horario de consumo. La ciencia coincide en que el mejor momento para disfrutarlo es durante la mañana, donde potencia la concentración y protege la salud sin afectar el descanso nocturno.






















