Bernardo Hurtado

Culiacán, Sinaloa.- La historia de las personas en un negocio, como puede esperarse, tiene distintos inicios y distintos finales. El tiempo es, sin duda, subjetivo, como es el caso de Sarahí, quien se unió este año a la venta de atole, avena, gorditas y chocolate en el puesto del Mercadito de su jefa, quien lleva más de dos años de servicio.

“Pues desde las 4 nos levantamos y en lo que la señora pues ya termina de hacer las cosas, la ayudamos a levantar las cosas, subirlas al carro y ya como para las 5 y media, 5:40, nos venimos para acá, pero como son varios, pues la ayudamos así pues a compartir a la gente también”.

De seis a diez de la mañana, Sarahí cuenta que dura la jornada que le permite cubrir sus gastos, además de poder experimentar lo que más le gusta de esa labor.

“Bueno lo que a mi me gusta más así es cuando viene pues la gente que nos saca plática, pues a veces que si tienen tiempo algo aquí se toman su atole o se comen su gordita y pues convivimos como quien dice con el cliente”.

Sarahí puede entender que a las personas se les pueda hacer pesado, pero disfruta hacerlo en lo que dura la temporada.

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