Grecia enfrenta este martes una huelga general que ha paralizado gran parte del país, en protesta contra una reforma laboral impulsada por el gobierno conservador. La medida más polémica del proyecto es la posibilidad de instaurar jornadas laborales opcionales de hasta 13 horas diarias para un solo empleador. Esta es la segunda huelga nacional en menos de un mes, y ha sido convocada por sindicatos y partidos de izquierda que acusan al gobierno de intentar retroceder décadas en derechos laborales.
Los efectos de la protesta se sienten en todo el país: servicios públicos y municipales están suspendidos, no circulan ferris ni trenes, y el transporte urbano en Atenas opera con horarios reducidos. Aunque los vuelos no han sido afectados, el malestar social se ha hecho visible en las calles, con miles de manifestantes portando pancartas que denuncian las condiciones laborales propuestas como «dignas de la Edad Media».
Desde Tesalónica, Stefanos Chatziliadis, dirigente del sindicato de empleados públicos ADEDY, criticó duramente la reforma y destacó la importancia del equilibrio entre la vida laboral y personal. En Atenas, un cartel resumía el sentir de muchos: «El tiempo de trabajo no es una mercancía, ¡es nuestra vida! ¡No a las 13 horas!». Las movilizaciones ocurren justo un día antes de que el Parlamento someta a votación el controvertido proyecto de ley.
Según la ministra de Trabajo, Niki Kerameus, la disposición será voluntaria y se aplicará un máximo de 37 días al año. Argumenta que la reforma «refuerza a los empleados y facilita los negocios», destacando que ya existe una modalidad similar cuando una persona trabaja para más de un empleador. Sin embargo, los sindicatos temen que la supuesta voluntariedad sea una fachada, y que quienes se nieguen a trabajar más horas enfrenten represalias o despidos.






















