Redacción
Angostura Sinaloa.- Por allá a mediados de los 90, mientras Michael Jordan volvía la NBA después de su paso por el béisbol y regresaba la locura a todo el mundo, otro jugador también inició una época, a su manera, sin reflectores, pero si con mucho esfuerzo.
Nacido en El Rosario, Sinaloa, una pequeña ciudad en el noroeste de México, en su juventud emigró a Arizona, en el país del norte, en donde ya empezaba a destacar gracias a su estatura.
Completó sus estudios de preparatoria en el Pima Community College, en el cual fue la figura, ganando diferentes premios y reconocimientos, además de pertenecer a varias selecciones de su conferencia y de su estado, y fue parte de varias selecciones conocidas como las All Conference.
El potencial del sinaloense se veía desde lejos, tanto así que en 1993 la selección mexicana lo volteó a ver y lo convocó para los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Ponce, Puerto Rico.
Haría su debut en la selección nacional cuando aún jugaba en la preparatoria, Horacio Llamas siguió acumulando reconocimientos y captando el talento de reclutadores universitarios, pero contrario a lo que se pensaría, eligió a la Universidad Grand Canyon, de la división II de la NCAA, aún teniendo ofertas de universidades división I.
Aunque no era el nivel más alto al que podía aspirar, el mexicano, ya de 2.11 metros de estatura, sobresalió de una manera impresionante en sus años universitarios, destacando regularmente en los partidos y siendo una pieza fundamental de su universidad, tanto así que en su primer año ganó el premio al mejor jugador de la División II de la NCAA. Con ese reconocimiento bajo el brazo empezó a atraer la atención de los reclutadores de la NBA.
Los Phoenix Suns llamaron al pivote para la pretemporada, con miras a iniciar las prácticas con el equipo. Ya con esta edad, además de su estatura destacaba como tirador a distancia, algo poco común en aquella época para jugadores de su tamaño, porque además de alto era robusto y muy fuerte.
Contrario a esto, no se veía lento en la cancha y anotaba mucho de larga distancia, dos grandes cualidades que no cualquier jugador con ese físico podía ofrecer.
Todo esto le valió para firmar con el equipo de Arizona para jugar la temporada de 1996-1997, a la cual llegó como el gran representante de la comunidad hispana, abundante en aquella zona. Por esto también fue portada en un número de la revista de los Soles, pero no fue hasta 1997 que llegó su debut oficial.
Llamas convirtió el 2 de marzo de ese año en una fecha histórica para el básquetbol mexicano: en Dallas, ante los Mavericks, se convertiría en el primer mexicano en disputar un partido oficial de NBA, jugando tres minutos y consiguiendo dos puntos.
La hoja de anotación de ese histórico partido está enmarcada y colgada en la sala de casa de sus padres en El Rosario, y en ella se puede leer escrito “los quiero mucho a todos, nunca los olvidaré, su hijo y hermano, Horacio Llamas Grey”.
El rosarense, estará en Angostura, los días 6 y 7 de noviembre, dando unas Clínicas de Baloncesto a niños y jóvenes de la región del Évora. Las inscripciones están abiertas y son totalmente gratuitas.