CIUDAD DE MÉXICO.
Tom Brady senior pasó siete años en un seminario católico, pero un pequeño detalle evitó que se convirtiera en sacerdote de tal fe, el celibato (New York Times, 2015). Dejando tales votos atrás, él y Galynn tuvieron cuatro hijos, primero les vinieron tres niñas y finalmente el varón.
A decir de los progenitores, las tres damas fueron diestras para el deporte, sobre todo en pista y campo. Pero el más pequeño fue quien, finalmente, se encumbró a niveles que no se vislumbraban hasta que lanzó el ovoide en la NFL.
El joven Brady jugó golf, beisbol y americano hasta la secundaria; su nivel, a decir de Tom padre, era bueno, pero apenas destacaba en la preparatoria Junípero Serra de San Mateo, California. Aun así, el progenitor del ahora seis veces ganador de Super Bowl envió videos a varios colegios de División 1 y logró que llegaran un par de ofrecimientos de becas: de la Universidad de California en Berkeley y Michigan.
Cuando eligió Michigan quedé devastado”, dijo Brady senior para The New York Times Magazine en 2015. No era la primera vez que su pequeño lo hacía llegar al límite. De niño, el ahora icono de la NFL, solía explotar en rabia. Alguna vez arrojó el control de la televisión contra la pantalla, cuentan sus padres.
Sin pensarlo mucho, Brady tomó la opción de ser un wolverine, y sus padres hacían el esfuerzo para viajar a verlo, pese a que los dos primeros años sólo calentaba la banca. De hecho, fue hasta su temporada de senior, en 1999, que Michigan le dio, con relativa regularidad, la oportunidad de ser titular, aunque, aun así, tenía que cederle snaps a Drew Henson (quien llegó a la NFL en 2003 y sólo jugó cuatro temporadas).
Brady se encumbró para reescribir la historia de los Patriotas, con nueve viajes al Super Bowl, ganando seis, siendo MVP en cuatro de ellos. Ahora está en pos de su séptimo anillo ya como pasador de los Bucaneros, que el domingo 7 de febrero enfrentan a los Jefes en el SB LV.
Hace cuatro años, en la víspera del SB LI (que ganó ante Atlanta en tiempo extra luego de ir abajo 28-3), un niño le preguntó, durante el día de medios, quién era su héroe, a lo que Brady respondió: “Mi padre”, siendo la única ocasión ante la prensa que el quarterback dejó escuchar una voz entrecortada.
Luego de derrotar a Green Bay en la pasada final de la NFL, Brady informó que sus padres habían padecido covid-19 en septiembre (su madre es sobreviviente de cáncer) y añadió en conferencia: “Será muy emocionante saber que ellos estarán en las gradas en el Super Bowl.”
Tom House se hizo relativamente famoso cuando atrapó el jonrón con el que Hank Aaron rompió el récord de Babe Ruth. Ahí estaba en ese bullpen de los Bravos para tomar la bola que apenas libró la barda aquel 8 de abril de 1974. Quizá fue lo mejor que hizo en su carrera en Grandes Ligas, que terminó tras ocho años con 29 ganados, 23 perdidos y 33 salvamentos.
Resulta que, casi 47 años después de aquel momento histórico en el beisbol, House sigue vigente en el deporte, aunque ya no tanto en el diamante. Tom Brady, a sus 43 años de edad, lanza el ovoide con precisión quirúrgica gracias a los consejos del viejo pitcher.
House tiene un doctorado en Sicología, pero quizá de ese tema es de lo que menos se habla en su oficina de la Universidad del Sur de California. Hasta ahí han llegado, además de Brady, Carson Palmer, Drew Brees y el joven fenómeno Justin Herbert, quien esta campaña con los Cargadores rompió todos los récords para un novato.
No hay nada que esto no devele”, dijo House en una entrevista con The Guardian al referirse a su herramienta para la detección de fallas: cámaras que graban a 800 cuadros por segundo. Con base en ello indica lo que se debe corregir, y asegura que la clave para pitchers y quarterbacks no está en el brazo, sino en el correcto y natural movimiento del abdomen y el torso. Su filosofía es enfocarse en el desarrollo del deportista; señala que en tres meses se puede ajustar lo que está fallando y evitar lesiones o dolencias crónicas. “Si tienes un Ferrari que puede ir a 200 millas por hora, pero su sistema de frenado sólo da para 180, te vas a matar”, dijo para Men’s Health (2013)
Así lo hizo en los 80, cuando fue coach de pitcheo de los Rangers. En aquel entonces la tecnología del video era paleolítica en comparación a la actual, pero el buen ojo de House para los detalles lo llevó a conseguir que esas rectas de estruendo de un tal Nolan Ryan llegaran con mayor frecuencia a la zona de strike. House dice que se ha alejado del beisbol, por lo reticente que es ese medio a aceptar rutinas alternativas. De Brady dice justo lo contrario: “Lo describiría como humilde y hambriento”, señaló.
Ryan lanzó en las Mayores hasta los 46 años. Brady tiene 43, mantiene una de las mejores mecánicas de toda la NFL y aún se le llega a ver lanzar el ovoide dentro de una jaula de bateo en USC, rodeado de cámaras y bajo la mirada del hombre que atrapó la bola de aquel histórico jonrón 715.
No es psicólogo, tampoco coach. Su título es director atlético asociado, pero, de alguna manera, Greg Harden ha tenido que ver en la cosecha de 20 medallas olímpicas y siete anillos de Super Bowl.
A esa pequeña oficina en la Universidad de Michigan han entrado estudiantes apesadumbrados y han salido futuros campeones. Así llegó también un joven quarterback, cansado de sólo calentar la banca, con 11 kilos menos de su peso habitual debido a una reciente apendicitis.
Creo que usted puede ayudarme”, le dijo Tom Brady al hombre detrás del escritorio.
Si no estaba en depresión, estaba muy cerca”, recordó Harden (The Post Game, 2011), quien miró a los ojos al joven y le dijo: “Mira, Tom, no puedo ayudarte a que seas el quarterback titular de Michigan, pero puedo ayudarte a que creas que debes ser el titular”.
Harden fue un atleta de pista y campo relativamente destacado en la preparatoria, pero al entrar a la Universidad de Michigan las cosas no resultaron: se peleó con todos los entrenadores y terminó por dejar la escuela. Su novia se embarazó y tuvo que casarse y buscar un empleo en una fundidora. Volvió a Michigan y se convirtió en activista, así que, una vez más, no duró mucho como universitario.
Luego encontró trabajo en un centro de apoyo comunitario; de pronto, acudían a él personas con problemas de diversa índole, y entonces halló su vocación. Volvió a Michigan y se graduó con honores. Poco después, las autoridades de la Universidad se enteraron de lo que hacía y lo contrataron para asesorar a los estudiantes; en 1986 volvió a ser un wolverine y, poco más de una década después, Brady entró a su oficina. “Él ha sido una de las personas que más han influido en mi vida” señala Tom con frecuencia.
Otro que también agradece a Harden es Desmond Howard, MVP del Super Bowl XXXI con Green Bay, quien señala que, sin su ayuda, nunca hubiera ganado el trofeo Heisman con Michigan (1991).
Michael Phelps también le debe algo a este hombre. Previo a los Olímpicos de Beijing, Harden trabajó con el nadador y con su entrenador, Bob Bowman, quien describió el aporte como “milagroso”. El tritón, que había ganado seis oros y dos bronces en Atenas 2004, se colgó ocho metales áureos en la capital china, rompiendo el récord de Mark Spitz (7); terminó su carrera con 28 preseas helénicas.
El impacto de Harden en Brady, Howard y Phelps deriva, hasta el momento, en siete anillos de SB y 20 medallas olímpicas. Nada mal para alguien que nunca ha sido coach.