En la actualidad, los adolescentes están transformando sus relaciones personales, confiando sus emociones y pensamientos más íntimos a inteligencias artificiales (IA) como ChatGPT o plataformas especializadas como Replika. Estos sistemas, siempre disponibles y sin juzgar, se han convertido en confidentes virtuales para muchos jóvenes, generando una falsa sensación de escucha y apoyo. Sin embargo, este fenómeno plantea riesgos importantes para su bienestar emocional y social.
Durante años, los adolescentes han utilizado diarios, blogs y conversaciones con amigos o familiares para compartir sus sentimientos. Hoy en día, las IA están reemplazando a estos métodos tradicionales, ofreciendo una interacción inmediata y sin prejuicios. De acuerdo con investigaciones, casi el 80 % de los jóvenes ya usa IA en su día a día, aunque muchos aseguran que nunca reemplazarán las relaciones humanas. A pesar de la comodidad que ofrecen estas plataformas, la dependencia emocional y los peligros derivados de sus respuestas sesgadas son cada vez más evidentes.
Según una encuesta de Common Sense Media, un 72 % de los adolescentes en Estados Unidos ya ha utilizado algún «compañero de IA», y un 13 % lo hace a diario. Estos chatbots cumplen principalmente tres funciones: ayudar a regular las emociones, ofrecer orientación práctica en temas íntimos como relaciones y sexualidad, y servir como una especie de diario digital, donde los jóvenes exteriorizan pensamientos sin temor a ser juzgados. Este uso frecuente refleja la necesidad de los adolescentes de conectarse, especialmente cuando se sienten inseguros o incomprendidos por su entorno humano.
No obstante, los expertos advierten que estos sistemas pueden convertirse en un problema serio. Además de crear dependencia emocional, las IA pueden fomentar el aislamiento social al ofrecer respuestas siempre afirmativas, sin la posibilidad de contradicción. Esto puede llevar a los adolescentes a vivir en burbujas de confirmación, donde sus creencias y emociones no son cuestionadas, lo que puede dificultar su desarrollo crítico y relacional.
El investigador y neurocientífica Marta Romo señala que el uso excesivo de IA podría estar relacionado con una desconexión emocional en la vida cotidiana. «Parece que estamos cansados de nuestra propia vida, no del trabajo, sino de vivir. Hay tanto ruido dentro y fuera que terminamos fragmentando el cerebro y viviendo en la superficie», explica. Esta desconexión se agrava con la relación unidireccional con las IA, que dan la apariencia de empatía, pero no pueden ofrecer el mismo tipo de apoyo que un ser humano real.
Un peligro aún mayor es la exposición de datos personales y la manipulación de información. Los sistemas de IA están diseñados por compañías con intereses comerciales, lo que plantea dudas sobre la privacidad de los usuarios. La memoria digital de estos chatbots no es neutral; filtra y configura las huellas digitales de los adolescentes, lo que puede alterar la forma en que se construyen sus identidades y relaciones. Además, algunos modelos de IA pueden generar respuestas erróneas o incluso peligrosas, como se ha visto en casos en los que los chatbots han incitado a comportamientos violentos o suicidas.
Frente a este panorama, los expertos sugieren una regulación más estricta y un enfoque educativo para mitigar los riesgos de esta tendencia. Es necesario implementar mecanismos de protección específicos para menores, educar a los jóvenes, padres y docentes sobre los riesgos de las IA, y fomentar una gobernanza compartida entre instituciones y plataformas tecnológicas para garantizar un uso responsable y seguro. La prioridad es preservar la autonomía y salud mental de los adolescentes, evitando que la búsqueda de consuelo digital se convierta en un riesgo emocional y social.
En última instancia, la pregunta no es si los adolescentes continuarán confiando en las IA, sino cómo podemos garantizar que lo hagan de manera segura. La combinación de regulación, educación y responsabilidad compartida será clave para que la interacción con estas tecnologías no sea una amenaza para su desarrollo personal y emocional.






















