El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rompió el silencio sobre el reciente operativo policial contra el Comando Vermelho, que dejó decenas de muertos en Río de Janeiro, calificándolo como una “matanza” y exigiendo que sea investigado a fondo. “La decisión del juez eran unas órdenes de arresto, la orden no era una matanza y hubo una matanza”, declaró Lula en Belém, donde se prepara para recibir a líderes internacionales en una cumbre climática.
El mandatario cuestionó la actuación de las fuerzas de seguridad, señalando que, aunque algunos consideren el operativo un éxito por el número de bajas en el crimen organizado, desde el punto de vista del Estado fue “desastroso”. Con ello marcó distancia del gobernador de Río, Cláudio Castro, quien celebró el resultado pese a la muerte de cuatro agentes y el hallazgo de unos 70 cuerpos en un bosque cercano.
Aunque la seguridad pública es competencia de los estados, Lula pidió la intervención de la policía federal en la investigación y anunció una comisión de cooperación entre el Gobierno federal y el de Río. También envió a dos ministras a las favelas afectadas para escuchar a las familias de las víctimas, además de acelerar proyectos legislativos enfocados en el combate al crimen organizado.
La operación, que debía ejecutar órdenes de arresto, terminó en una emboscada letal en la Sierra de la Misericordia, donde murieron al menos 80 personas con antecedentes penales, según la policía. Mientras tanto, Lula continúa en Belém recorriendo comunidades amazónicas, en vísperas de inaugurar la COP30, la primera gran cumbre climática de la ONU que se celebrará en plena Amazonia brasileña.






















