La Selección Mexicana Sub-20 cayó 2-0 ante Argentina en un duelo que generó gran expectativa.
El encuentro prometía ser la oportunidad perfecta para mostrar evolución, carácter y una nueva mentalidad competitiva, pero la realidad fue distinta. México inició con buen toque y posesión, aunque sin claridad al ataque.
Argentina, con su habitual paciencia y contundencia, esperó el momento indicado para golpear con su juego directo y letal.
Más allá del marcador, esta derrota representa una llamada de atención. La falta de experiencia y contundencia pesó, pero también se vieron destellos de talento y determinación en los jóvenes tricolores.
Este resultado debe asumirse como una enseñanza: para competir con potencias hay que combinar técnica, inteligencia táctica y una mentalidad fuerte durante los 90 minutos.
El aprendizaje está sobre la mesa, y dependerá de esta generación convertir el tropiezo en crecimiento.






















