La presidenta de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, convocó a su gabinete tras conocerse el hallazgo de al menos 70 nuevos cuerpos en la favela Vila Cruzeiro, luego de un operativo policial contra el grupo criminal Comando Vermelho. Con este hallazgo, el número de víctimas supera las 132 personas, lo que convierte la incursión en la más letal en la historia del país. La Fiscalía de Río de Janeiro confirmó que los cadáveres fueron encontrados por vecinos durante la madrugada y que el balance inicial de 64 muertos no incluía estas nuevas víctimas.
El gobernador de Río, Claudio Castro, defendió la operación y la calificó de “exitosa”, pese a las críticas internacionales. Aseguró que “solo los policías son víctimas” y reiteró su postura de que los narcotraficantes deben ser tratados como “narcoterroristas”. Esta declaración, respaldada por figuras de la derecha como Flávio Bolsonaro, ha desatado controversia por su tono militarista y por la posible existencia de ejecuciones extrajudiciales, una acusación que organizaciones como Amnistía Internacional ya han planteado en operativos anteriores.
El operativo movilizó a 2,500 agentes en dos complejos de favelas considerados el cuartel general del Comando Vermelho, el segundo grupo criminal más poderoso del país, solo detrás del Primer Comando de la Capital (PCC). Durante el asalto, los criminales lanzaron granadas desde drones y se registraron 81 detenidos y 90 fusiles decomisados. Aun así, testigos aseguran que en las calles aún hay cuerpos sin recoger y que los tiroteos continuaron durante la noche.
El Comando Vermelho, originado en Río de Janeiro, mantiene una larga rivalidad con el PCC, grupo fundado en 1992 tras la masacre de Carandiru, cuando la policía brasileña asesinó a 111 presos. Hasta ahora, ese episodio era considerado la peor matanza policial del país. Con los nuevos datos, el operativo de Vila Cruzeiro supera ese récord, marcando un nuevo y trágico capítulo en la historia de la violencia en Brasil.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos expresó sentirse “horrorizada” por lo ocurrido y pidió una investigación inmediata, independiente y efectiva sobre las muertes, recordando a las autoridades brasileñas su obligación de cumplir con las normas internacionales. La matanza ocurre a pocos días de que Brasil sea anfitrión de la cumbre mundial del clima, que reunirá en Río y Belém a líderes internacionales como Pedro Sánchez y Keir Starmer, en un contexto de creciente tensión política y cuestionamientos sobre el respeto a los derechos humanos.
Mientras tanto, la ciudad de Río de Janeiro amaneció bajo una tensa calma, con calles vacías, carreteras despejadas y una atmósfera de miedo e incertidumbre. Los habitantes de las favelas continúan buscando e identificando cuerpos, mientras el Gobierno federal y el estatal se enfrentan en un debate político sobre el uso de la fuerza, el control del crimen organizado y el papel de la policía en uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente del país.






















