Hay que escuchar para poder reconocer, visibilizar y dimensionar el nivel de afectación de las personas ante los hechos violentos sucedidos el pasado jueves 5 de enero, en el poblado de Jesús María y en Culiacán, Sinaloa, principalmente, para partir de ello, generar estrategias de ayuda e intervención, expuso el psicólogo universitario, doctor César Burgos Dávila.

El especialista en psicología social, quien realizó una investigación en la que recupera los sentidos y experiencias de los jóvenes ante el “Culiacanazo”, consideró que con base en ese estudio no se pueden equiparar los daños y las afectaciones en la salud mental de las personas, ya que no todos lo viven de la misma forma, pues dependiendo del espacio donde te ubicabas era la exposición a la violencia que se tenía.

“A todas las personas nos afecta de forma distinta, yo estaba viendo unos reportajes específicamente que se han realizado en el poblado de Jesús María, en donde las personas están hablando de trauma, de impacto, de dolor, de muerte, de duelo, de no comprensión de no resignación, pero también de hartazgo, de rechazo, de cuestionamiento a las autoridades gubernamentales”, señaló.

Este evento irrumpió la vida cotidiana de la capital sinaloense y que trajo a la memoria las experiencias de violencia desmedida vividas en el 2019, donde de nueva cuenta el crimen organizado se apoderó de la ciudad, apostando las autoridades, en esta ocasión, al autocuidado, haciendo el llamado a la población a resguardarse en sus hogares.

“A partir de la experiencia que vivimos en el 2019, yo recuerdo que cuando entrevistábamos a las personas había pánico, desesperanza, tristeza, shock, alerta, incredulidad y una especie de incertidumbre, porque si bien, sabíamos que estaban pasando algunos acontecimientos violentos, no sabíamos en dónde estaban pasando, no sabíamos con qué intensidad, ni tampoco en qué momento se iba a detener”, mencionó.

El docente de la Facultad de Psicología, explicó que para poder dimensionar el daño y saber de qué forma intervenir y ayudar a las personas, lo más importante es tener la disposición de detectar cómo lo vivieron, cuáles son sus problemáticas.

“A estas personas o a estas comunidades y nosotros como sociedad necesitamos escucharlos, reflexionar, necesitamos no caer en este discurso barato de la resiliencia y del discurso de hay que pasar de esto y hay que retomar nuestra vida cotidiana porque esta no puede ser nuestra vida cotidiana y para la recuperación, para la atención”, dijo.

En ese sentido, mencionó que la ciudadanía no puede vivir con miedo, con el terror, con pánico y la incertidumbre de que un “jueves negro” vuelva a suceder, no puede volver a una vida normal, después de una jornada de violencia desbordante, pues el trauma y el daño no es algo que se subsane de la noche a la mañana.

“Antes que pensar en una reparación, tendríamos que pensar en una procuración de justicia, en una construcción de verdad y entonces, cuando conozcamos la verdad, no la del Estado, no la de los medios, sino de las personas que lo vivieron, hay que saber primero detectar cómo lo vivieron, cuáles son sus problemáticas, cuál es su nivel de afectación y cómo ellos se sentirían en una condición de paz y de tranquilidad”, concluyó.

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