Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)

 Al menos en Culiacán, las últimas tres administraciones han sido mediocres o malas. Los alcaldes Sergio Torres, Jesús Valdés y Jesús Estrada, se han encargado de convertir al Ayuntamiento de la capital en un vacuo culto a la personalidad. No importa que tengan personalidades diferentes. A fin de cuentas, el gobierno municipal gira exclusivamente en torno a sus “ideas”; por desgracia, indexando el destino de la Comuna a sus limitaciones personales.

Desde luego que ese fenómeno también es recurrente en los gobiernos estatales y federales; para nadie es una sorpresa que el país es producto de los designios del iluminado semi seglar que habita en Palacio Nacional, pero, para fines prácticos, son los ayuntamientos quienes deberían tener una administración mucho más dinámica, eficiente y con una permanente evolución. Después de todo, es en las comunas donde los ciudadanos tienen los contactos más recurrentes con la autoridad dentro de los servicios públicos.

Nuestros ayuntamientos son obsoletos en todos los sentidos: sus procesos, tecnología, capacitación de personal, atención, transparencia y eficiencia son del siglo pasado (y muy del siglo pasado). El trío de tres tristes alcaldes, se encargó de convertir al Ayuntamiento en una gran subsidiaria de las dependencias sociales del país. Ni por asomo se les ocurrió pensar en los servicios públicos como la prioridad última de sus gobiernos. Sergio Torres y Jesús Valdés estuvieron muy ocupados repartiendo despensas (siguen), besando bebés y abrazando señoras, como para imaginar mejorar los servicios que ofrece el municipio. Jesús Estrada está muy ocupado siendo un meme y no tiene ni idea en qué consiste eso de modernidad y eficiencia.

Casi el 70% de los presupuestos en los ayuntamientos de destina a nómina, queda muy poco margen de maniobra para la operación de la Comuna. A esto hay que sumar que gran parte de esta nómina está concentrada en puestos obsoletos, que bien pueden ser mejorados con el apoyo de tecnologías de bajo costo y muy alta eficiencia. El reto de las próximas administraciones será todavía más grande. Los ingresos se verán drásticamente reducidos después de la pandemia, pero su personal seguirá creciendo.

Los tres tristes alcaldes quieren repetir en la boleta el año próximo; dos de ellos tienen amplias posibilidades de competir entres sí y definir a un ganador. El problema que ninguno de los tres representa un avance. Ninguno de ellos piensa en algo más allá de proyectos individuales y políticos. Desconocen la modernidad, desconocen los resultados medibles, tangibles y eficientes. Los suyo es la grilla, las gallinas y los morrines. Con esas opciones, el siglo XXI todavía está muy lejos de llegar a la capital

Los ciudadanos, el país y las ciudades, serán otros después de este evento generacional llamado Covid-19; los únicos que no quieren cambiar son los políticos de los mismos. Culiacán merece y necesita proyectos con visión, nuevos, incluyentes… y lo más importante de todo: sacudirse lo obsoleto y reciclado.

 

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