Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)

La economía se hunde. No hay forma de tapar al agujero; por eso, el presidente decidió que era mejor regresar al país a la calle para rescatar lo que queda de economía. En sus cuentas políticas, asumió que una crisis de salud puede resultar más manejable que una crisis en los bolsillos de millones de mexicanos. Sólo el tiempo nos dirá si las vidas que costarán tal decisión será un número que los mexicanos podamos digerir sin sentir algo de culpa.

Las proyecciones del FMI y de otros organismos internacionales, prevén una caída mundial de la economía de entre el 6% al 8%. Algunos países desarrollados pueden tener peores caídas (12 %). El caso de México es lamentable. Dentro de las economías emergentes o en desarrollo, es el país con la caída más brutal pronosticada (10% – 12%).

El presidente es el único que se niega aceptar la realidad. Se mantiene con sus falsos optimismos y datos chacoteros. Mañosamente sostiene que se van a perder solamente un millón de empleos registrados en el IMSS, pero, lo que no dice, es que los empleos registrados en el IMSS únicamente tienen registrados a cerca de 1/3 de los trabajadores del país. La Encuesta de Ocupación y Empleo del INEGI sostiene que 12 millones de personas perdieron su actividad laboral y no tienen fecha para retomarla.

Según el realismo mágico de López Obrador, la economía repuntará drásticamente teniendo, en una gráfica, forma de “V”. La “V” del presidente es tan grande como su ego y tienen exactamente el mismo sustento. El gobierno mexicano parte de premisas equivocadas. Un repunte de esa naturaleza solo podría ser posible si todas las empresas abrieran al mismo tiempo con exactamente los mismos clientes que tenían antes de la pandemia y con el nivel de ventas similares a los de febrero.  Las propias restricciones de salud contradicen las metas de gobierno. El sistema de semáforos evita la reapertura total de las actividades y limita los clientes en menos del 50% en la mayoría de los rubros.

Por otra parte, una de las limitaciones más grandes al sueño de Andrés y su enorme “V”, es el minúsculo plan de reactivación económica. El gobierno puesto a reforzar la “economía popular” para impulsar el consumo y créditos de 20 mil pesos para mantener la empresa a flote. Una empresa de cinco empleados tiene costos fijos de 150 mil pesos mensuales, evidentemente los créditos son minúsculos y no solucionan el problema.

El presidente sustenta que apoyar a los de arriba no beneficia en nada a la economía y que son cosas feas de los neoliberales, sin embargo, este gobierno se especializa en las técnicas chimoltrufias de alta complejidad; al mismo tiempo que desprecia las fórmulas neoliberales, sugiere que la economía mexicana saldrá beneficiada por goteo gracias a las remesas de millones de mexicanos que viven en Estados Unidos… esto será posible, dice el presidente, porque los norteamericanos destinarán el 13% de su PIB para rescatar su economía. En otras palabras, México será salvado gracias a las técnicas neoliberales y, como buenos limosneros, suplicaremos que algo caiga de este lado de la frontera.

Otra de las apuestas para conseguir la “V” de la victoria es al T-MEC. El presidente piensa que las inversiones llegarán a raudales por el simple hecho de llegar al 1 de julio, día de la puesta en marcha. Este tratado es importante, pero es mucho más restrictivo que el TLCAN (su antecesor), las empresas extranjeras no están haciendo fila para invertir en estos momentos en México. Muchas han declarado que esperaran un par de años para revisar sus inversiones.

Los mexicanos debemos tomar conciencia y no dejarnos llevar por las declaraciones mágicas de un presidente que está más preocupado por aparecer en los libros de historia que en solucionar problemas reales y complejos. La “V” del presidente pude terminar convirtiéndose en ALV la economía… ir  A LA VENGANZA de los microempresarios olvidados.

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