Tulum, uno de los destinos más populares de la Riviera Maya, atraviesa una crisis turística sin precedentes. Lo que hace pocos años era sinónimo de lujo y exclusividad, hoy muestra playas vacías, hoteles con baja ocupación y restaurantes sin clientela. Comerciantes locales incluso han recurrido a las redes sociales para disculparse con los turistas nacionales, reconociendo que los precios excesivos y el trato diferenciado hacia extranjeros alejaron al turismo local.
Durante 2025, múltiples factores han afectado la actividad turística en Tulum: la caída en la ocupación hotelera, problemas de abastecimiento de agua y saneamiento, recales de sargazo, conflictos por el acceso a las playas y hechos de inseguridad. Los reportes más recientes, correspondientes a finales de septiembre y comienzos de octubre, confirman una tendencia a la baja, con descensos en el consumo, las reservas y la movilidad entre destinos de la Riviera Maya.
El crecimiento urbano acelerado del municipio ha generado presión sobre los servicios básicos. En varias zonas, la infraestructura de agua potable y drenaje no ha podido sostener el ritmo del desarrollo. Dependencias estatales y municipales han reconocido rezagos y programan obras de rehabilitación en plantas de tratamiento y redes de distribución. Al mismo tiempo, los recales de sargazo han representado un fuerte gasto para los hoteleros, quienes deben asumir los costos de limpieza y disposición del alga.
A esta situación se suman la inseguridad y las tensiones por el acceso a las playas. En marzo, el asesinato del secretario de Seguridad Pública de Tulum, el capitán José Roberto Rodríguez Bautista, encendió alertas sobre la violencia en la zona. Más adelante, surgieron diferencias entre autoridades federales, operadores turísticos y residentes por los cobros y restricciones de acceso en el Parque Nacional Jaguar y áreas aledañas.
La percepción negativa hacia el destino se amplificó en redes sociales, donde usuarios denunciaron precios excesivos, cobros por consumo mínimo en playas y dificultades para ingresar libremente al mar. Estas publicaciones dieron visibilidad a un sentimiento generalizado de descontento, especialmente entre los visitantes nacionales que alguna vez consideraron a Tulum un paraíso accesible.
Frente a la crisis, el alcalde Diego Castañón Trejo anunció un programa de “libre acceso a todas las playas” de Tulum. En un video difundido en su cuenta de X, aseguró que no existen cobros por ingresar al litoral, aunque aclaró que los visitantes no pueden llevar alimentos ni bebidas. El edil estuvo acompañado por empresarios locales que celebraron la medida y extendieron una invitación a los turistas a redescubrir el destino.
La situación de Tulum refleja los desafíos de un modelo turístico que creció más rápido que su capacidad ambiental y social. Hoy, el destino busca recuperar la confianza de los visitantes mientras enfrenta problemas estructurales de infraestructura, seguridad y sostenibilidad que amenazan con comprometer su futuro si no se abordan de manera integral.






















